Empieza un nuevo año. Y con él vienen de nuevo todas las promesas que nos hacemos a nosotros mismos, "este año aprovecharé el tiempo", "aprenderé idiomas", "estudiaré cada día"...
Con él, vienen 365 días cargados de nuevas oportunidades, cargados de despedidas y de encuentros, de sonrisas y lágrimas. Momentos que quizás guardemos en el recuerdo y otro que tal vez, queramos borrar para siempre. Personas nuevas que entran a nuestra vida, y personas que salen de ella con el más estúpido disimulo. Pero por supuesto, personas que han permanecido ahí desde siempre, año tras año.

Feliz año nuevo.

¡Hola bloggers! Aprovecho que hoy tengo un ratito libre para agradeceros las 40.000 visitas a mi blog. Sois lo mejor. ¡Feliz Navidad!

A mi querido y único talismán:

Llevo días recordando el aroma de tu pelo, la forma en la que se dilataban tus pupilas o incluso el parpadeo de tus ojos. Llevo meses releyendo tus cartas de amor, tus recetas y tus diarios. Recuerdo cuando bailábamos a solas en la cocina con la luz de la nevera, recuerdo el verano en la casa junto al río y las tardes de Abril delante del televisor. Recuerdo la ilusión con la que estrenabas cada vestido, el carmín en tus labios y tu lencería fina. Cada despertar a tu lado, cada paseo en coche hasta la ciudad, cada una de las veces en las que, siendo jóvenes, nos escapábamos de noche para amarnos. 

¿Recuerdas los batidos de frutas en la cafetería de la esquina? El olor a crema hidratante en tus hombros, cada beso con sabor a ti. Nuestra casa, nuestras discusiones y sobretodo nuestras reconciliaciones. Tu esencia aun sigue en mi y en mi vida.

Y si algún día, cariño, volvemos a estar juntos, te haré "revivir" cada momento. Y verás que el amor no tiene fecha límite si uno de los dos sigue con fuerzas. Despertaste mi alma y yo haré que la tuya permanezca viva para siempre.

                                                                                            Por siempre tuyo.

Con el tiempo descubres en que se basa la vida, y desde mi punto de vista, la vida consiste en disfrutar los pequeños detalles.
Detalles como el sabor del agua del mar, el olor a lluvia, el constante ir y venir de gente en las grandes ciudades. El olor a rosas en las calles los días de San Valentín, dos ancianos viudos que vuelven a encontrar el amor en cualquier residencia, o quizás, la forma en la que esa camarera mira cada mañana, a las nueve en punto, a aquel hombre con el maletín. Un tierno beso en la víspera de Navidad, un regalo no esperado o un encuentro fortuito con la persona soñada. En disfrutar de todas estas cosas se basa, para mi, la vida.

Y me acostumbré a la música. Me acostumbré a que fuera mi vía de escape, mi entrada a lo utópico.
Como el más drogadicto se engancha a su droga, yo dependía de ella. Llegar a casa, bajar las luces y darle al play. Vamos. Nunca me sentí sola, aunque realmente lo estaba, acostumbré a perderme en viejos rockeros desgastados, con historias sobre noches por Madrid. Una tras otra. Y en esos momentos me sentía volar, me sentía libre y me sentía yo.

Alguien que me proteja, que me haga sentir segura siempre, sin condiciones.
Alguien que esté dispuesto a amarme, con todo lo que eso conlleva. Alguien que entienda cada mirada, que sepa mi estado de ánimo sin decir ni una palabra. Quizás, alguien que soporte mis manías, mis cambios de sentido y mi constante indecisión. Alguien que sepa tener detalles, en lugar de regalos. Que pretenda hacerme feliz en cualquier lugar y a cualquier hora del día. Alguien que sepa dejarme con ganas de más. Alguien que entienda que antes de los "para siempre", están los "cada día". Alguien que esté dispuesto a compartir risas y abrazos, pero también malos momentos. Alguien como tú, cariño. Alguien con tu risa, con tus ojos y tus manos, con tu forma de hablar o incluso tu forma de vestir.